Nunca se construyó tanto en tan poco tiempo, y Lerma, un villorrio medieval, se transformó en villa cortesana barroca. En el año 1617, hace cuatrocientos años, se celebró el nacimiento de esta ciudad única y monumental. Se trasladó el Santísimo a la Colegiata de San Pedro y se inauguraron sus monasterios, el Palacio Ducal, la gran plaza barroca y el parque. Para celebrarlo, se organizaron las fiestas barrocas más espectaculares y duraderas de cuantas conocemos en Europa. Fueron veintidós días ininterrumpidos de fiesta, desde el tres de octubre al veinticinco. En ellas colaboraron poetas como Góngora, dramaturgos como Luis Vélez de Guevara, Mira de Amescua o Lope de Vega. En la construcción de arquitecturas efímeras intervino Gómez de Mora y en las cartelas y pinturas Sánchez Coello. Las representaciones de teatro contaron con la participación de la compañía Pinedo o actores tan reconocidos como Baltasar Osorio o Mari Flores.

Durante veintidós días la villa ducal fue sede festiva de las personalidades civiles y eclesiásticas más importantes de la época. Estuvieron presentes el monarca, Felipe III, y Casa Real, la alta nobleza: Grandes y Títulos del Reino, el príncipe Filiberto y embajadores de Francia y Alemania. No faltaron los representantes de la jerarquía eclesiástica. Allí estuvieron el Nuncio Apostólico, el Patriarca de las Indias, el Cardenal D, Cristóbal, obispos y vicarios generales de las Órdenes Religiosas. Todos participaron en las celebraciones litúrgicas, los desfiles y procesiones. La alta nobleza mostró sus habilidades en el lanceado de toros y juegos de cañas y las autoridades eclesiásticas presidieron las ceremonias religiosas.
No hay duda, el año 1617, hace de esto cuatrocientos años, Lerma fue durante un mes el centro más importante del país. Nos gustaría que volviese a serlo con la celebración de unas fiestas barrocas que nos ayuden a conocer y revivir los acontecimientos y fiestas que se celebraron en Lerma hace cuatrocientos años.