Contenidos actualizados en octubre de 2020
En este corto paseo urbano que le proponemos, de unos 700 metros de longitud, con inicio y final en el mismo lugar, recorrerá las mismas calles en las que el ilustre poeta José Zorrilla se enamoró, pasó malos tragos, inició profundas amistades y escribió algunos de los versos más bellos sobre nuestro querido río Arlanza.
Su obra más conocida, Don Juan Tenorio, está dedicada a una de sus amistades de juventud, que comenzó precisamente en nuestra villa ducal, y se la dedicó «para que su nombre viviera con el mío unos cuantos días más después de nuestra muerte».
Paseando por nuestras calles, Zorrilla le contará una pequeña parte de su vida, que también es parte de nuestra vida y de nuestra historia.
¿Nos acompaña?
Puede descargar AQUÍ LA PUBLICACIÓN DE MANO en su tercera edición (actualizada en septiembre de 2020)
EL RECORRIDO
El recorrido completo tiene unos 700 metros de longitud, con inicio y final en el mismo lugar: en el Ayuntamiento de Lerma-Centro de Iniciativas Turísticas de Lerma (enlace a Google Maps). Siguiendo las flechas con la banda de color naranja, encontrarás los lugares en los que José Zorrilla te contará sus vivencias en Lerma y algunos de los poemas de su paso por esta bella localidad. Los textos están redactados de forma personal, siendo el propio José Zorrilla el que nos narra sus vivencias. En la selección de versos se ha respetado la ortografía original del autor.
Trazado del paseo con notas de accesibilidad Recorrido y sus paradas en vista aérea
(Nota importante: Estamos realizando obras de accesibilidad en las paradas 2 y 3, que por el momento tienen escaleras y un desprendimiento en la 3. Disculpen las molestias)
–>Inicio del Paseo: Oficina de Turismo y Ayuntamiento
¿Quien soy yo, José Zorrilla?
José Zorrilla y Moral, «Zorrilla», fue un gran poeta y dramaturgo español que pasó parte de su juventud
en Lerma, lo cual influyó en su obra.
Nací en Valladolid en 1817. Estuve estudiando interno en el Real Seminario de Nobles de Madrid, pero la muerte de Fernando VII cambió la suerte de toda mi familia, ya que las Guerras Carlistas nos obligaron a sufrir el destierro.
Mis padres me enviaron a Toledo a estudiar leyes pero, además de llevar una vida bohemia, me dedicaba más a leer a Walter Scott, a Espronceda y otros poetas que a estudiar lo que debía.
En 1837, durante los funerales de Mariano José de Larra, leí muy emocionado un poema que fascinó a los asistentes. A partir de entonces, fui ya famoso y me convertí en el poeta favorito de Madrid «un poeta del pueblo» me llamaban con cariño.
Entre 1839 y 1849 dominaba la escena española, pero un mal matrimonio me enemistó con la familia y tuve que abandonar el teatro.
Tras emigrar a Francia en 1850 y a México en 1855, regresé en 1866 a España y me volví a casar.
Viví pobre y fallecí pobre en Madrid, en 1893, pero sé que mi obra permanecerá viva entre gente como tú, sensible a las palabras y a los versos que escribí.
Este es un fragmento de lo que leí:
A la Memoria del joven literato
Mariano José de Larra (fragmento)
Era una flor que marchitó el estío,
era una fuente que agotó el verano:
ya no se siente su murmullo vano,
ya está quemado el tallo de la flor.
Todavía su aroma se percibe,
y ese verde color de la llanura,
ese manto de yerba y de frescura
hijos son del arroyo creador.
Que el poeta, en su misión
sobre la tierra que habita,
es una planta maldita
con frutos de bendición.
Mariano José de Larra, “Larra”, es considerado junto a Bécquer, Espronceda o Rosalía de Castro, uno de los máximos exponentes del Romanticismo español y uno de los padres del periodismo moderno, por sus múltiples ensayos y críticas literarias.
Se suicidó a los 27 años, disparándose un tiro en la sien.
Su entierro fue multitudinario.
–>Siguiendo las flechas con una franja naranja encontrarás los lugares en los que narro mis vivencias en Lerma y algunos de los poemas de mi estancia en esta bella localidad.
El destierro por la guerra y mis primeros amoríos, marcaron mi juventud en tierras del Arlanza.
Las Guerras Carlistas y los cambios de régimen trajeron a Lerma a toda su familia, y así lo describe de forma poética y nostálgica en sus trabajos iniciales.
La familia de mi madre era burgalesa y mi tío materno, Don Zoilo Moral, era canónigo de la Colegiata de Lerma.
Mi padre alcanzó puestos políticos muy importantes, y cuando yo tenía 6 años le nombraron gobernador de Burgos, trasladándonos toda la familia a esta ciudad.
Con 10 años me internaron en el Real Seminario de Nobles de Madrid, regentado por los Jesuitas, y fue allí donde me empezó a gustar la escritura.
Los cambios políticos obligaron al destierro de la Corte a mi padre y, por ello, a toda mi familia, trasladándonos a Arroyo de Muñó.
Allí mi vida cambió, al conocer a mi primer amor: mi prima Gumis, a la que le dediqué los versos «Un recuerdo del Arlanza».¡Rio Arlanza! ¡rio Arlanza,
Que el florido campo pules
Derramándote en holganza,
Tan fragil es mi esperanza
Como tus ondas azules!
(Fragmento de Un recuerdo del Arlanza)Son recuerdos que no pude olvidar jamás
–>En este mirador podrás disfrutar del paisaje de la vega del río Arlanza y leer algunos fragmentos de mis poemas.
¿Me equivoqué de río? ¿Arlanza o Arlanzón?
En algunas de sus obras, en las que escribe sobre el río Arlanza, las descripciones que hace no coinciden con la realidad geográfica.
Me empeñé en llamar Arlanza a lo que, si analizas mis poéticas descripciones, debería haber sido
el río Arlanzón.
En «El drama del alma: algo sobre Méjico y Maximiliano, poesía en dos partes», que escribí en 1867, lo relato así:Aquí la vieja Celada
Á cuyos pies agua corre
Del Arlanza descauzada:
Y allá Torre la almenada,
Y allí Santiuste sin torreTanto Celada del Camino, como Santiuste y Torre (Torrepadierne), están cerca del río Arlanzón, aguas arriba de Pampliega.
La belleza de sus poemas va más allá de consideraciones geográficas, pero es de notar su empeño en llamar Arlanza a lo que él mismo describe como Arlanzón, y es justo reconocerlo.Hacemos nuestras sus palabras y en honor a nuestro río Arlanza, así lo reflejamos, con esa pequeña consideración en honor de la verdad.
Por ello, en esta parada del mirador de los arcos, exponemos algunas de sus poesías en las que el Arlanza, sus obras y amoríos están presentes.
–>El paseo continúa bajando las escaleras. Si a usted le cuesta acceder, puede rodear el Convento de la Ascensión, por el lugar indicado en el plano y que no tiene problemas de accesibilidad.
Los amargos recuerdos de mis traslados los relato en «Una historia de locos»
Años más tarde, Zorrilla escribe los malos trances sufridos por sus obligados desplazamientos.
Quizás fuera la guerra civil que devastaba el norte de España, o algo que temía mi padre en Arroyo de Muñó, lo que nos obligó a toda mi familia a trasladarnos a Lerma.
Fuimos acogidos por mi tío materno D. Zoilo Moral, canónigo en la colegiata de San Pedro (aunque otros dicen que era beneficiado). Tenía otros cargos, entre ellos, el de heredero del duque de Lerma.
En Una historia de locos, que escribí en 1852, cuento mis recuerdos de esta cambiante época de mi vida.
Algunos versos de Una Historia de Locos, 1852:
A su lado un severo sacerdote,
hermano de mi madre, amontonaba
los extraviados palos del manojo
que ardía en el hogar; y en medio de ellos
su silencio y tristeza con enojo
viendo, y con inquietud, yo, casi niño,
la moribunda llama contemplaba
teniendo asida con filial cariño
la mano que mi madre me alargaba.
Era noviembre; el sol en el ocaso
doraba con sus rayos postrimeros
el cielo de Castilla, frío y raso;
el viento del otoño, de sus galas
despojando la olmeda, cual plumeros
de militares cascos, sacudía
con furia de los árboles las copas;
y de su soplo ronco entre las alas.
que el hielo del invierno nos traía,
la tempestad política venía.
Aquella noche, y antes que la luna
en el cielo brillara, previnimos
nuestros viejos caballos, y oportuna
la ocasión escogiendo en que la gente
se reunía á comentar las nuevas
recibidas, del pueblo nos salimos,
y á comenzar las dolorosas pruebas
de una guerra civil nos dispusimos.
–>La siguiente parada se encuentra continuando por detrás de la Colegiata de San Pedro, bajando las escaleras.
Para acceder al mirador, evitando estas escaleras (QUE ACTUALMENTE ESTÁN EN OBRAS), puede rodear la colegiata, cruzando el arco, pasando delante de otras paradas del itinerario, incluida la escultura de José Zorrilla.
Mi vida en Lerma tuvo momentos de angustia y también recibí reprimendas por ser mal estudiante.
La grave enfermedad de su padre y sus malos resultados en los estudios, junto a la escasa benevolencia de su tío Zoilo, hicieron pasar a Zorrilla dos meses de angustia, pero el amor por su madre suavizaba estos desvelos.
Fue a finales de 1833 cuando nos trasladamos a vivir a Lerma, ya que mi tío Zoilo nos ofreció alojamiento en su casa, muy cerca de la iglesia y que pronto te enseñaré.
Me mandaron a estudiar a Toledo y como a mi regreso a Lerma, en el verano de 1834, traía unos informes de mis estudios y conducta muy negativos, no me libré de una buena reprimenda. Para evitar que esto se repitiera, mi padre me mandó a estudiar a la Universidad de Valladolid
En enero de 1835 mi padre cayó gravemente enfermo de pulmonía, y regresé con urgencia a Lerma para cuidarlo. Pasé dos meses de verdadera angustia, por ver que peligraba la vida de mi padre y por la poca benevolencia que me mostraba mi tío Zoilo.
En aquella casa de Lerma no se respiraban aires de tranquilidad y alegría. La relación con mi padre nunca fue afectuosa ni tuve su confianza. Además, siempre andaba maquinando la manera de marchar al campo carlista y encima, mi tío —que administraba la casa— era muy intransigente en nuestras relaciones familiares.A mi madre la recuerdo con veneración.
Triste y desasosegada, siempre temía que las tramas políticas de mi padre acabaran de manera funesta.
Mi madre era para mí tan querida como nunca olvidada y a ella le hablo en los versos de «Las hojas secas»Las hojas secas (fragmento)
José Zorrilla – A mi madre¿Qué os hicisteis, dulcísimos instantes
de mi infancia gentil? ¿Do están ahora
los labios de coral que me colmaron
de blandos besos que mis ojos lloran?¿Do está la mano amiga que trenzaba
las hebras mil de mi melena blonda,
tejiéndome coronas en la frente
de azucenas silvestres y amapolas?Era ¡ay de mí! mi madre; alegre entonces,
tranquila, amante, como el alba hermosa,
jamás me ha parecido otra hermosura
tan digna de vivir en mi memoria.–>El recorrido rodea la Colegiata de San Pedro, tomando la calle que sube hacia sus jardines.
Mi amor por una lermeña quedó reflejado en mi obra poética
José Zorrilla vivió en Lerma sus primeros amores adolescentes, tan apasionados como fugaces. Su exaltación romántica dio paso a los primeros escarceos en el campo de la literatura
Catalina se llamaba la joven lermeña que me enamoró y que despertó en mí el sentimiento más fuerte de cuantos amores germinaron en mis años de juventud.
Pasé las vacaciones de 1835 en Lerma, cortejando a Catalina y componiendo versos y más versos. En octubre de ese mismo año, publiqué en el Diario vallisoletano “El Artista” los versos dedicados a mi amada.
Pero Catalina, aunque en un principio correspondió a mi demanda amorosa, fue poco sensible a mis palabras y pronto arrojó su pasión al pozo del olvido.
Estaba tan enamorado que, pese al rechazo de mi amada Catalina, seguí componiéndole versos, abandonándome a la desesperación. En febrero de 1836 publiqué nuevamente en “El Artista” la composición “Amor del Poeta”.
Doña Catalina Benito Reoyo, nació en Lerma en 1814. Tenía tres años más que Zorrilla.
Su padre, Don Lorenzo Benito, natural de Frómista, era contratista de carreteras. Su madre, Doña Inocencia Reoyo, era natural de Los Ausines.
Personas que conocieron a doña Catalina, ya en edad avanzada, afirman que Zorrilla habría tenido razón de sobra para decir que era la moza más garrida que por entonces vivía en Lerma.
Murió en Lerma, el 13 de mayo de 1868.
¡Catalina!… tú, serena,
de llanto y de amor ajena,
ni oirás mi cantilena,
ni sentirás mi pasión.
Mi mejor amigo y compañero de universidad, Don Segundo Valpuesta, llegó a ser clérigo de la Colegiata de Lerma
Frente a la inquietud e ilusiones románticas de Zorrilla, la serenidad y los consejos de su amigo, que iba para sacerdote, le ayudaron a eliminar de la imaginación tanto delirio.
De todos mis compañeros de estudios, y del piso donde me hospedaba en Valladolid, guardo mi mejor recuerdo del lermeño Segundo Valpuesta, que gracias a su seriedad y autoridad me refrenaba en mis delirios románticos.
Ello no impedía que vagara por las calles dibujando torres, ventanales, patios, y almenas, y que recorriera pueblos cercanos encerrando en mis versos románticos todo lo que con placer observaba.
Y en muchos de estos paseos me acompañaba mi buen amigo Valpuesta, con el que trepé por las estrechas y empinadas escaleras del Castillo de Fuensaldaña, escribiendo mis impresiones en bellas estrofas.
Mi amigo también me ayudó económicamente, dado que mi padre no me dejaba más que lo justo para subsistir, consciente de que mis delirios podrían llevarme a realizar gastos peligrosos…
Sus sabios consejos me ayudaron a refrenar mis delirios y locuras de juventud.
Años después, seguimos conservando nuestra amistad, y en mis cartas escritas desde París y Londres así se lo demostraba.
En ls escultura en mi honor le escribo unas palabras a otro buen amigo que conocí en Lerma, y que pronto te presentaré.
–>El paseo sigue bajando por la calle que lleva mi nombre.
La casa en la que viví está en la calle que lleva mi nombre desde 1887
Seis años antes de su muerte, el Ayuntamiento le dedicó esta calle.
En 1887 tuve el honor de que la corporación municipal lermeña acordara por unanimidad que la calle de San Pedro, como se llamaba cuando viví en ella, pasara a llevar mi nombre “atendiendo a ser un ilustre poeta y manifestando que se le comunique por atenta comunicación autorizada por todos los concejales”.
De esta manera, el Ayuntamiento de Lerma me inmortalizó y rindió homenaje, por haber vivido entre vosotros, enamorándome en vuestras tierras y comenzando una vida bohemia en la que la poesía fue mi máximo exponente.
Como nota curiosa, te confieso que, debido a mi sonambulismo, a veces me asomaba de noche desnudo en esta misma ventana, sin ser consciente de ello…
Lo escribí en mis «Recuerdos del tiempo viejo»Si observas el dintel de la puerta, aparecen dos símbolos de la masonería:
la escuadra y el compás.
La calle de San Pedro, pasó a estar más adelante, en la parada 8 de este recorrido.
–>Bajando la cuesta llegarás al cruce con la calle Mayor.
Mi obra más conocida, Don Juan Tenorio, la dediqué a mi gran amigo Paco Vallejo, corregidor de Lerma y protector de mi familia
Tras su primer encuentro en la calle Mayor de Lerma, amistad y gratitud quedaron plasmadas en la dedicatoria de su inmortal obra.
Durante mis vacaciones de verano en Lerma, en 1835, conocí a Francisco Luis de Vallejo, que en aquellos días fue nombrado corregidor de la villa, y de quien guardo perpetuo y cariñoso recuerdo.
Rápidamente simpatizamos, ya que era muy locuaz y comunicativo este apuesto mozo de 27 años. Llegó a sentarme a su mesa y su afecto por mí fue tal, que muchas veces hizo la vista gorda en la vigilancia que se le había encargado tener sobre nuestra familia en nuestro destierro, dándonos la seguridad de que mientras él desempeñara su cargo viviríamos tranquilos.
En Recuerdos del tiempo viejo describí a mi gran amigo Paco Vallejo como “uno de los calaveras de buen tono de aquella edad de calaveras, que volvieron del revés á España como un sastre la manga de una levita, á la cual hay que poner forros nuevos: un Don Juan de la clase media, que vestía con elegancia y marchaba con soltura, que podía presentarse y bravear en el salón más aristocrático; un abogado joven lleno de audacia y de talento, tan agudo de ingenio como seductor de modales”.
También decía de él que “era originalísimo en sus opiniones, excéntrico en sus ideas y tan picante como ameno en su conversación. Venía de la corte impregnado en el espíritu de todos los gérmenes políticos, económicos, artísticos y literarios de la revolución.”La dedicatoria en Don Juan Tenorio dice:
AL SEÑOR
DON FRANCISCO LUIS DE VALLEJO
EN PRENDA DE BUENA MEMORIA
Su mejor amigo, JOSÉ ZORRILLA.
Madrid.- Marzo de 1844.–>Desde aquí debes subir por la Calle Mayor
En mi extensa autobiografía, relato vivamente los recuerdos de mi vida en Lerma
En ellos, a Paco Vallejo le consagra un cariño fraternal y un agradecimiento “que no se extinguirá sino con la vida”.
A Paco Vallejo le llamé la atención por mi traje y porte más cortesano que el de la gente del país, y en mi primer encuentro en la calle Mayor me preguntó ¿Quién es V. caballerito, que no tiene trazas de ser de esta tierra? Tras declinarle mi nombre y el de mi padre me dijo que tendré mucho gusto en conocer al padre de tal hijo.
Mi padre lo visitó, no sin cierta incertidumbre, y Paco le dijo envíeme V. á su hijo: no sé comer solo, soy algo hablador y me ha parecido que su hijo de V. no tiene pelos en la lengua.
Acudí un poco receloso a la cita con la primera autoridad del partido en el sancta santorum de la justicia lermeña, pero al cabo de media hora, uno en frente de otro, dábamos cuenta de la última nuez y de la gota postrera de sangría, en medio de la más alegre conversación de estudiantes y de la más franca y espontánea amistad de muchachos. Esta rápida e inconcebible unión de dos tan distintos individuos, la había operado en pocos minutos el libro que Vallejo leia: las coplas del Marqués de Santillana y de Jorge Manrique.Le recité mis versos a Catalina y le narré lo que de las muchachas de la comarca se susurraba. Él me contó versos tan ingeniosos como subidos de color. Y cuando la dueña de la casa nos avisó de que la sopa estaba en la mesa, ni nos acordábamos de que él era corregidor ni yo hijo de mi padre.
Aunque el vinillo agrio de Lerma, según decía mi tío el canónigo, no era bueno «más que para echar lavativas a galgos», nos había abierto tanto el apetito como alegrado el corazón y calentado la cabeza, borrando los diez años de diferencia que entre mis diez y siete y los veintisiete del corregidor mediaban.
Comimos como dos condiscípulos que volvieran a estar juntos tras diez años de separación, y éramos a los postres tan amigos y tan iguales como si de veras condiscípulos hubiéramos sido desde la escuela de primeras letras.Mi gratitud por él fue tan grande que le dediqué años más tarde mi obra Don Juan Tenorio, “para que su nombre viviera con el mío unos cuantos días más después de nuestra muerte; que es lo menos que en nombre mío y de mi padre debo a la memoria del amigo leal y del caballeroso amparador”.
–>Sigue subiendo la calle Mayor hasta la biblioteca.
Mi obra literaria se inspira en el amor, las leyendas y el drama
Es difícil determinar la influencia que tuvieron en su obra las vivencias de Zorrilla en Lerma, pero algunos de sus primeros trabajos hablan de nuestras tierras.
Escribí con muchos estilos, pero en lo que destaco es en mi amplia obra poética, como Poesías, iniciada en 1837, los Cantos del trovador (1840-1841), varias leyendas españolas escritas en verso como Recuerdos y fantasías (1844), La azucena silvestre (1845) y El cantar del romero (1886).
Como autor dramático, soy muy alabado por público de todo tipo. Seguía en mis trabajos los esquemas teatrales del Siglo de Oro español, manteniendo la intriga durante toda la obra hasta su final, en el que la resuelvo.
Entre estas obras dramáticas figuran El puñal del godo (1843), Don Juan Tenorio (1844), Más vale llegar a tiempo que rondar un año (1845), El rey loco (1847), La creación y el diluvio universal (1848) y Traidor, inconfeso y mártir (1849).
En prosa escribí sobre mi estancia en México La flor de los recuerdos (1855-1859), así como mi autobiografía: Recuerdos del tiempo viejo (1881), en cuyos textos está basado este paseo.Pero la obra a la que debo mi mayor fama es Don Juan Tenorio (1844), la obra teatral española más conocida y que tradicionalmente siguen representando desde su estreno todos los años en la noche del 1 de noviembre.
Pero a pesar de su éxito, pocos beneficios obtuve de ella, como te cuento en la parada siguiente.–>Un poco más arriba llegarás a la Plaza Mayor
Por una mala gestión, llegué a odiar mi obra cumbre: Don Juan Tenorio
Los derechos de autor ya existían entonces, y una mala gestión y la venta de su obra más conocida por necesidades económicas, amargaron su vida.
Vendí mi trabajo, Don Juan Tenorio, por 4.200 reales de vellón al editor Manuel Delgado, ya que estaba atravesando una difícil situación. La obra se estrenó el 28 de marzo de 1844 en el Teatro de la Cruz de Madrid. Gustó, pero no destacó demasiado y pronto la retiraron del cartel.
El éxito sin precedentes le llegó 16 años después, pero los derechos de autor ya no me pertenecían y vi cómo mi obra enriquecía a otros.En 1882 escribí:
Don Juan no me deja ni envejecer ni morir; Don Juan me centuplica anualmente la popularidad y el cariño que por él me tiene el pueblo español; por él soy el poeta más conocido hasta en los pueblos más pequeños de España y por él solo no puedo morir en la miseria ni en el olvido; mi drama Don Juan Tenorio es al mismo tiempo mi título de nobleza y mi patente de pobre de solemnidad; cuando ya no pueda absolutamente trabajar y tenga que pedir limosna, mi Don Juan hará de mí un Belisario de la poesía, y podré sin deshonra decir a la puerta de los teatros: dad vuestro óbolo al autor de Don Juan Tenorio; porque no pasará delante de mí un español que no nos conozca o a mí o a él.1 peseta = 4 reales de vellón;
4200 reales de vellón = 1050 pesetas
1050 pesetas = 6,31 Euros
6,31 € es lo que me pagaron por escribir «Don Juan Tenorio»–>Antes de llegar al inicio del paseo, en esta Plaza mayor te contaré algo más del final de mis días.
La Casa-Museo José Zorrilla, en Valladolid, es el lugar en el que nací y al que volví como Cronista Oficial de Valladolid
Dice la tradición que con 75 años, el 23 de enero de 1893, fallecí mientras escribía en mi escritorio, en Madrid. Mi cadáver fue custodiado en la Real Academia Española de la Lengua, lugar en el que desde 1882 ocupaba el sillón L. Este escritorio fue trasladado a la Casa-Museo de Valladolid, en la que actualmente podrás encontrar detalles íntimos y curiosos de mi vida.
Allí podrás revivir mis pasos por las habitaciones y respirar el ambiente en el que escribí algunas de las más grandes obras de la literatura universal, que ahora tienes disponibles gracias a la tecnología actual.
Aunque yo ya no esté contigo, mis palabras escritas forman ya parte de la historia, en la que Lerma marcó algunos de mis años de juventud y que influyeron en lo que posteriormente sería mi vida como uno de los más grandes escritores románticos y de la poesía.La Casa-Museo natal de José Zorrilla está en la calle Fray Luis de Granada, 1, de Valladolid. Tf. 983 42 62 66
–>Sigue en la Plaza Mayor
Ahora descanso para siempre en el Panteón de Vallisoletanos Ilustres de Valladolid junto a otras celebridades
Aunque fui el primero en ocupar este panteón, me acompañan grandes figuras de la lengua como Rosa Chacel, Miguel Delibes y otras personalidades de la poesía, la ciencia, la política…
Mi expreso deseo, así reflejado en mi testamento, era ser enterrado sin grandes pompas fúnebres en mi ciudad natal, Valladolid, pero los avatares políticos de aquellos tiempos quisieron aprovechar la ocasión, a pesar de que jamás me interesé por la política. Era considerado con cariño como «un poeta del pueblo». Fui enterrado en Madrid en una multitudinaria despedida y miles de personas —más de 50.000 según El Liberal— me rindieron su último homenaje.
Tres años después, por fin, se cumplieron mis deseos y mis restos fueron trasladados desde Madrid al cementerio del Carmen de Valladolid, donde ya descanso para siempre.
–>En la calle Audiencia llegarás al final del paseo.
La mayor parte de mi vida y obra la puedes conseguir fácilmente
Gracias a Internet, prácticamente la totalidad de sus trabajos están disponibles de forma gratuita
¿Quieres conocerme mejor? En las siguientes direcciones te ofrezco la posibilidad de que me leas, me conozcas y, sobre todo, que valores un poco más el maravilloso poder de las palabras y de la lengua.
En este corto paseo te he contado algunas de las vivencias que tuve en Lerma durante mi juventud, y mis recuerdos de amores y de amistad.
Si quieres saber más sobre mi vida, te recomiendo leer Recuerdos del tiempo viejo, en el que narro con detalle los recuerdos de mi azarosa existencia.La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dispone de una extensa información sobre Zorrilla, además de su obra para descargar:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/jose_zorrilla
La Casa-Museo Zorrilla del Ayuntamiento de Valladolid, ofrece amplia información sobre mi vida: https://info.valladolid.es/ensutinta/casa-zorrilla/
La Biblioteca Nacional de España dispone de secciones digitales con libros, manuscritos, imágenes…: http://www.bne.es
Recuerdos del Tiempo Viejo, descarga completa en: https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.cmd?id=1410
Hay muchas más, por supuesto, y en nuestra web municipal iremos añadiendo información y también dispondrás de esta misma publicación ampliada:
http://josezorrilla.ayuntamientodelerma.es
¡Gracias por cuidar de este paseo!
Es nuestro interés mantener en las mejores condiciones posibles Lerma. Por ello te agradeceremos que cualquier sugerencia o posible mejora nos la comunique:
Ayuntamiento de Lerma
c/ Audiencia 6
09340, Lerma. Burgos (Spain)
Tf.: 947 17 00 20 – info@aytolerma.com
C.I.T. de Lerma: https://www.citlerma.com/
¿Como llegar?
Puede descargar AQUÍ LA PUBLICACIÓN DE MANO en su tercera edición (septiembre 2020)
Créditos del Paseo José Zorrilla
Edita: Ayuntamiento de Lerma, Burgos
Dirección técnica y redacción de textos:
Ayuntamiento de Lerma: Juan Carlos Utiel Alfaro; Celia Izquierdo Arroyo
Documentación y selección de contenidos: Biblioteca Municipal de Lerma: Aránzazu Serna Moneo
Diseño gráfico e ilustraciones: Juan Carlos Utiel Alfaro;Rodrigo Romero Lope
Fotografías: Ayuntamiento de Lerma: Juan Carlos Utiel; Vive Arlanza; Francisco J. de las Heras (portada, pg. 27 y contraportada);Casa Museo Zorrilla-Ayuntamiento de Valladolid; Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes; Biblioteca Nacional de España; Archivo Histórico Nacional
Escultura: Ángel Gil Cuevas
Colaboran: Parroquia de San Pedro de Lerma: Pedro Angulo San Cristóbal; CIT de Lerma: Gustavo Peña Gil y Claudio García Lara; Casa-Museo José Zorrilla (Valladolid)
Depósito legal: BU 59-2017
Tercera edición revisada y actualizada en septiembre de 2020
“Paseos en Lerma”
Lerma posee rincones singulares y personajes ilustres que, en muchos casos, pasan desapercibidos debido al gran peso que tiene en nuestra localidad la profunda transformación urbana desarrollada por el Duque de Lerma, hace más de 400 años.
En estos folletos le ayudaremos a conocer lugares y personas que por su interés histórico, cultural o natural, le descubrirán Lerma vista con otros ojos, desde perspectivas muchas veces incluso desconocidas para los que aquí vivimos y que, gracias a estas publicaciones, ofrecemos con ilusión a vecinos, lermeños y visitantes de la Villa Ducal.
Este paseo está señalizado con unas flechas discretas, y tanto el recorrido como las zonas con dificultad de acceso para personas con movilidad reducida están indicadas en el plano, ofreciendo alternativas para poder visitar todas las paradas.
Tanto si es vecino, como si es visitante de paso o turista, le invitamos a conocer mejor Lerma y a que disfrute de este paseo y descubra las huellas de la historia en nuestras calles y en el paisaje que nos rodea.